Es
muy frecuente que tras los embarazos y la lactancia, se produzcan una serie de
cambios fisiológicos en el cuerpo de la mujer, sobre todo en casos donde el
niño ha nacido por cesárea o se ha dado un lactancia prolongada.
En
estas situaciones es frecuente la asociación de una involución mamaria
fisiológica (encogimiento y pérdida de volumen y turgencia del pecho), así como
la aparición de una separación de los músculos rectos abdominales y por
consiguiente la falta de recuperación del vientre plano (diástasis de rectos
abdominales), así como la imposibilidad de conseguir un correcto encogimiento y
remodelado de la piel del abdomen, la cual se presenta descolgada y/o con
estrías.
Además
si la persona presenta algún tipo de debilidad de la pared abdominal (hernia,
eventración etc.), ésta se verá incrementada durante el embarazo y se mantendrá
tras el mismo.
Así
pues en mi consulta, es muy frecuente que pacientes que vienen para valorar la
corrección de las secuelas del embarazo o la cesárea y que centran su atención
en su abdomen, presenten tras corregir esta situación, inconformidad con el
volumen, forma o turgencia de su pecho.
Por
ello, en mi práctica privada siempre intento explicar a mis pacientes que
nuestro cuerpo es un conjunto armónico, donde si presentamos un problema y lo
solucionamos y no detectamos otras situaciones, no conseguiremos un resultado
global perfecto.
Esta
mañana, hemos operado a una paciente, aplicando este conocimiento y filosofía
de trabajo. La paciente presentaba una
hernia abdominal importante, así como una gran cantidad de estrías, una severa
diástasis de rectos. Además había visto como su pecho se redujo drásticamente
al terminar la lactancia.
Así
pues, planeamos y corregimos todos estos detalles, con una cirugía combinada de
aumento mamario y abdominoplastia reparadora con corrección de la diástasis y
la hernia umbilical presentada.
El
resultado ha sido simplemente excelente y el tiempo total de la cirugía fueron 3 horas únicamente.
Algo que me parece importante comentar
en este post, es que he venido viendo en muchas pacientes en las que asocio
este tipo de cirugías combinadas, que en contra de lo que habitualmente se
piensa y comenta, el postoperatorio de las pacientes se tolera mejor, que
cuando se realiza cada intervención por separado.
Pese a las molestias iniciales de las heridas quirúrgicas, el dolor que presentan en las zonas de intervención es menor que cuando se opera el pecho o el abdomen por separado. Creo que al tener una mayor área de “daño quirúrgico”, el cerebro hace que en global, las molestias se minimicen, para así ser mejor toleradas.
Además
el hecho de sólo pasar por un tiempo de postoperatorio y recuperación es una
enorme ventaja a la hora de reincorporarse a la vida laboral, familiar o el
deporte.
Algo que he visto en múltiples ocasiones, es que cuando se operan dos zonas del cuerpo diferentes como en este caso, el paciente sólo refiere molestias en una de las zonas, pasando la segunda a prácticamente a ser olvidada o describe como “Normal”, “Como si no se hubiese operado de eso”.
Sin
duda esto es algo que habrá que seguir valorando y contrastando.
Algo
interesante y que ha motivado en parte el que escriba este post, fue el
comentario que me hizo la paciente cuando estaba diseñando y pintando su cirugía
en la habitación de la clínica. Me dijo: ¿Por qué cuando una mujer tiene que
hacerse un cesaría programada, como fue mi caso, no se le ofrece el poder
corregir y tratar de forma temprana las secuelas de la cesaría con una
abdominoplastia?.
Y es
verdad, en casos como en el de esta paciente donde se sabe de antemano la
presencia de la diástasis y la hernia abdominal presentada, así como la
indicación de realizar una cesárea electiva, una muy buena opción es la
realización conjunta de una abdominoplastia reparadora. Eso sí, habría que
valorar en cada caso la conveniencia de dicha técnica en el contexto del estado
de la paciente, sus tejidos y del niño que se va a tener.
Este
es un tema un tanto controvertido entre cirujanos plásticos y ginecólogos y lo
desarrollaré posteriormente. Hasta entonces. Un saludo cordial a todo aquel que
lea este post.
Muy bueno el post en su totalidad y te felicito por ello. Sólo deseo reafirmar el análisis que haces sobre "dos fuentes de dolor". Nuestro cerebro no acepta el sufrimiento,porque es síntoma de muerte estéril pero sí el dolor porque es señal de que algo está en riesgo y, por lo mismo, puede convertirse en sufrimiento y muerte si no se atiendo diligente y eficientemente.
ResponderEliminarCuando así sucede la conciencia biológica dirige toda su "atención-tensión" hacia lo que "considera prioritario" y minimiza hasta límites muy bajos de conciencia las necesidades no urgentes, no prioritarias, no amenazadoras de sufrimiento y "muerte". Semejante a lo dicho es lo que suele suceder con las episiotomías; el cerebro de la madre está centrado en la amenaza de muerte de su criatura y apenas acusa conciencia del dolor quirúrgico o lo ignora.
Esta es la razón psico-neurológica que explica la experiencia de las pacientes que con dos fuentes de dolor, sólo acusan una. No es que de la segunda fuente no tengan conciencia; sí la tienen pero mitigada.
Doc. Felicitaciones